jueves, 5 de abril de 2012

EL DEDO DE DIOS


Seguíamos insistentemente las indicaciones hacia la Capilla Sixtina. Las preciosas esculturas romanas, los ricos tapices, los techos engrandecidos con figuras geométricas y delicadas pinturas, nos distraían el camino cuya meta era Miguel Ángel.

Por fín los cuatro entramos en ese recinto sagrado, la pequeña cogida de mi mano y el mayor al lado de su padre. Alzamos la vista y quedamos fascinados por tan impresionante belleza. Los vivos ojos de mi hija no sabían bien donde dirigirse, era inmenso, como su necesidad de conocer. Comencé a alimentar su apetito por la escena de la Creación de Adán, ese dedo extendido de Dios hacia el del primer hombre, entre los cuales se crea esa chispa imperceptible de la Génesis del sexto día y quise compartirlo también con mi hijo, cuando mi sobresalto fue mayúsculo al no encontrarlo.

Su padre fue a buscarlo por la sala abarrotada de gente y nosotras permanecimos quietas, intentándolo localizar por el móvil, pero no había cobertura en esa zona. No podíamos más que otear una y otra vez la marea de gente sin resultado. Mi hija estaba poniéndose casi histérica, porque quería volver a ver a su hermano ya, mientras un guardia sacaba a cajas destempladas a un turista por haber grabado, desoyendo las prohibiciones.
El show acababa de comenzar. Nuestros gritos de llamada se ahogaban entre el gran murmullo de la gente.
- Dios mío, tengo su cartera en mi bolso. Va indocumentado. ¡Sibilas y Profetas, dadme una señal!

Negra se me hizo la sala, únicamente estaba iluminado mi marido, subido en la tarima del altar, extendiendo su brazo y dirigiendo su dedo hacia un lugar preciso de la sala, donde surgía una mano con un catalejo que saludaba a su padre con una cara de felicidad increíble.
Nuestro Adán se había acercado como nadie a los frescos, extasiado en un mundo artístico, sin percatarse de absolutamente nada de su alrededor. Nosotras, Evas en el paraíso, aliviadas, nos miramos en silencio, sin confesarnos que escena nos había impactado más, si la humana o la divina.

Un gran abrazo.

10 comentarios:

Las Gemelas del Sur dijo...

Un susto mayúsculo. Hay niños tan inquietos que quizás nos ayudaría colocarles un chip localizador.

Besos de reencuentro.

Ernesto. dijo...

Hola Mar, entretenido relato familiar. He disfrutado con las escenas. Naturales por lo demás.

Se me ha ocurrido buscar la palabra Génesis en Wikipedia y de ahí al diluvio universal... la creación... Me llamó la atención tu expresión “de la Génesis”, y de ahí surgió todo lo demás. También algunas palabras resaltan en el texto. Me levanté esta mañana con la intención de “escribir”, y no tenía muy claro el qué o a quién...

Veo que no tienes activado tu correo en el blog. El mío sí lo está por si quisieses responder a través de él.

Tus comentarios sobre los cuadros de German Aracil denotan que entiendes de pintura y tal vez pintes también. Algunas expresiones de tu relato van en la misma línea. ¿Es así Mar?

“...como su necesidad de conocer. Comencé a alimentar su apetito por la escena de la Creación de Adán”. Ésta es una de ellas. Otras, no relacionadas con la pintura pero que me han resultado curiosas son: “recinto sagrado”, “la pequeña y el mayor”. ¿Por mayor te refieres al hijo del cual tenías su documentación? ¿Se sobrentiende mayor de edad?

“Sibilas”

Y la última que me ha hecho sonreír: “...sin confesarnos que escena nos había impactado más, si la humana o la divina”.

Según releía tu relato me venía a la mente un pequeño libro en el que aparece referenciada la creación y Moisés. Esa otra obra de Miguel Ángel.

El libro Esenio de la Creación. Dr. Edmond Bordeaux Székely. Editorial Sirio.

Un abrazo Mar.

Débora #ALATIDOS# dijo...

Me gusta la lectura diferente, original, exclusiva y atractiva... me gusta perderme entre las palabras de otros e imaginarme sus pensamientos...
He leído este relato y temía leer el siguiente, porque veo pocos en total y no quiero acabar pronto una tarta deliciosa que acabo de empezar. ¡Quiero que dure, y dure!
Seguro que tienes muchas cosas que contarnos! Un abrazo!

Mar dijo...

Desde luego Gemelas no sería mala idea.

Besos.

Mar dijo...

Ernesto, tienes una buena habilidad para encontrar las pistas a mi personalidad.

Este relato corresponde a un viaje a Roma que hicimos con mis dos hijos adolescentes de 12 y 14 años, por ello ya tenían documentación y móvil. El mayor tiene el don del dibujo y la pintura estimulada también por mí y a pesar de ser un bohemio despistado, disfrutó muchísimo de todo el arte italiano.
Fue una experiencia enriquecedora para todos y jalonada de multitud de anécdotas.

Un abrazo.

Mar dijo...

Hola, Débora, eres un encanto.
Estás invitada cuando quieras a degustar el pastel que te apetezca yo feliz por compartir contigo emociones, experiencias y pensamientos varios.

Un beso.

Kym dijo...

Me gusta leerte, Mar. Eres una bloguera que escribe mayúsculamente bien, y te juro que, aunque he buscado mucho, no he encontrado demasiadas(algunas sí, obviamente).

Me imagino a tu marido iluminado, señalando como con el dedo de Dios. Qué momento y qué bien relatado!!

Un abrazo.

Mar dijo...

Kym, me has hecho sonrojarme. Es un halago que me ha reforzado seguir escribiendo. Gracias. Fíjate que solo escribía asépticos documentos administrativos y poco más, cuando hace un par de años descubrí el potencial de los blogs, empecé a hacer mis pinitos movida por el amor a mis hijos y a la infancia, mi inspiración. Seguiremos evolucionando.

Besos inspiradores.

la luna dijo...

Ja,ja,
¡que arte Mar, me ha encantado tu relato!!

Mar dijo...

Gracias, Luna. Si hubiera podido traer todo el arte que vimos por allí, en pequeños frascos, no se agotaría mi inspiración.

Besos.