martes, 14 de febrero de 2012

LA LIBERTAD DEL ARCO IRIS

Por fin han terminado las obras de remodelación de mi calle. Se acabó rodear la manzana para llegar a la puerta de mi garaje.
Regreso a casa y hago mi entrada al último cruce de mi destino. Pongo mi radar cerebral en marcha para detectar los cambios y ¡eureka, lo encontré! Me ofrecen el camino azul.
Una redonda y amable señal azul me obliga a girar a la derecha. Han jubilado a la señal de orla roja con el ceño fruncido que me prohibía girar a la izquierda.
La maniobra es la misma, pero siento que la he realizado pensándola más rápidamente. El SI me ha guiado directamente por el camino seguro. El NO, cuando la vi por primera vez, me hizo por un momento cuestionarme cual es el camino seguro a tomar.

Hoy es un día de novedades. Regresamos a casa desde el Hospital con un nuevo miembro en la familia. Por asociación de ideas comienzo a asumir que tendremos que ir redireccionando nuestros caminos en nuestra pequeña organización.
El ingeniero de tráfico estaba preparado para realizar esta remodelación, pero los padres realizamos la carrera de Educación sobre la marcha y es que los niños no traen bajo el brazo ni el pan, ni un manual de instrucciones. Comenzamos a implantar normas y a marcar límites bajo la referencia de nuestra experiencia con nuestros padres, pero a veces esto no es suficiente, ya que son otros tiempos bastante más complejos.
Con la llegada de la democracia nos planteamos como vamos a gobernar nuestra casa, ese primer ecosistema social, donde hay que marcar direcciones y ejercer la autoridad.
Autoridad, mítica palabra, será el hábito que nos convierta en un referente para construir la convivencia entre todos, embriagado de un perfume llamado Amor y Respeto, sin que se transforme en un uniforme castrense autoritario.

Nos convertiremos en una monarquía parlamentaria con una constitución con normas cargadas de sentido común que no se negocian, pero con la puerta abierta para consensuar otras. Estableceremos prohibiciones y obligaciones, intentando que no sean demasiadas, que el rey y la reina, Isabel como Fernando, aplicarán sin clemencia, aunque el otro rey de la casa se oponga. En estos casos reconocemos la ventaja de la orden de obligación, ya que no deja lugar a dudas lo que se espera de él, acompañado de un buen razonamiento. Denota una actitud más positiva que no estar todo el día recriminando “eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca”.
Isabel tiene otro punto de vista sobre las prohibiciones. Piensa que corta caminos pero deja alternativas abiertas, otras posibles opciones que podrían negociarse.
En algunas ocasiones dejaremos que ensayen la anarquía filial, para que sean capaces de organizarse solos, sin supervisión adulta. No sé si será un sueño, pero añoro las tardes después del colegio de libertad completa, jugando por el barrio, hasta última hora cuando ya te reclama el grito de tu madre. Estupenda experiencia social, donde fijábamos las obligaciones y prohibiciones en la pandilla con duras negociaciones y no pocos conflictos que resolvíamos sin intervención adulta, menos en algunas contadas excepciones para separar a los peleones.

Sabemos que nos equivocaremos, que esas caritas de pena nos harán flaquear, que siempre pensaremos que no hemos hecho suficiente y miles de reproches más, pero ahí seguiremos marcando el camino con constancia hasta que vuelen solos y no nos necesiten, pero si quieran compartir con nosotros sus pensamientos.




Besos traviesos.