martes, 11 de diciembre de 2012

JUGAR ES QUERER


Se acercan las fiestas y previsora una misma, andaba liada con los preparativos porque sabía que en pleno periodo de fiestas los precios se disparaban. Ojeaba con tranquilidad relativa un catálogo de juguetes de los muchos que habían en la mesa. Mis hijos ya me iban adelantando tarea, señalando en ellos sus juguetes preferidos , diciendo la machacona frase “me lo pido”. Les miraba de reojo y pensaba como plantearles reducir tamaña lista, porque tenían que encajar en mi reducido presupuesto y acomodarlos en el de sus abuelos y tíos.

Me sabía incapaz de impedir que mis hijos se contagiaran de la epidemia consumista , viven en un incontrolable entorno fagocitario, pero a lo que no estaba dispuesta es a alimentarlo.

Me dolía recordar como los juguetes del año pasado habían quedado arrinconados ya y mis hijos seguían jugando con los tres de siempre, cuando los deberes se lo permitían y que la gran caja de embalaje acabó siendo el que más juego dió ese día, convirtiéndose en una choza, un tren y el mejor de los escondites.

Efectivamente ese es el quiz de la cuestión, no es más importante el juguete, sino el juego. Acabé por  replantearme la feroz campaña juguetera. Quise volver a recuperar el juego en familia.

A partir de dejar de ser bebés, se me estaba olvidando jugar, conforme ganaban en autonomía me alejaba del juego de mis hijos. Por qué renunciar a ese goce, al placer de jugar con ellos, a desconectar de la rutina y convivir en esa felicidad que nos devuelve al principio de nuestro tiempo. Me parece una estupenda inversión, ganar en confianza mutua, compartir emociones y tensiones, aprender a ganar, siendo generosos y a perder para tolerar las frustraciones, a establecer normas y aceptar las reglas. Sobre todo a desconectar de la realidad por un momento y jugar a “como si fueramos”, héroes y villanos, guerreros de las galaxias, campeones de formula 1....el juego libre sin pretensiones didácticas ninguna, de puro disfrute.

Así que me puse y todavía me pongo a escribir mi propia carta a los Reyes Magos, le pedí y sigo pidiendo que me concedan TIEMPO para dedicárselo a ellos, que me faculten para conseguir arrancar al día esos minutos para jugar con mis hijos, para quererlos y que ellos sientan que les quiero.

Estos días he vuelto a recordar, esos momentos de juego con mis sobrinos que ocupan ese tiempo que cada vez se dilata más, entre el que se acomoda la progresiva independencia de mis propios hijos. He saboreado esas dulces palabras que al final de la sesión de juego, mi sobrino me ha lanzado, " te quiero, tía, así" señalando con sus deditos un trocito, un espacio entre ellos, donde cabía el  cariño que sentía. Me lo he comido a besos.



No os fijéis en las marcas. Desayunad, comed y cenad, su cariño, su juegos, sientan fenomenal.

Besos juguetones.

6 comentarios:

la luna dijo...

Mar,

qué alegría leerte y mas con una entrada como ésta.
Qué necesario es que nos recuerden que a veces "nos perdemos" en el día a día y dejamos de saborear lo realmente importante

besos luneros ;)

Carol dijo...

Mar, es agotador intentar que no caigan en esto del consumismo desaforado.. tal como es hoy en día.. uff.. y has dado con la clave.. mostrarles lo que vale la pena de verdad :) Gracias por esta entrada, me ha servido para mucho. Besos!

Mar dijo...

Creo como tú, Luna, que tras la cotidianidad, los pequeños detalles, el día a día se esconde lo importante. Lo difícil es descubrirlo y valorarlo en esta sociedad que parece que todo lo extraordinario, caro,faraónico es imprescindible.

Besos.

Mar dijo...

Si, Carol, descorazonador como mínimo. A duras penas lo consigo, ahora que son mayores reflexionamos y criticamos el consumismo, pero cuando oigo "si, mamá, pero todos mis amigos tienen......." y ella se ve excluida, pues te ves atrapada (sobre todo con las nuevas tecnologías). Contrarrestaremos valorando la esencia y el valor de nuestras acciones y no la forma o instrumento.

Besos.

Mercedes Pajarón dijo...

Los niños necesitan tiempo para dedicarles y mucho cariño. A veces (la salida del colegio es muy reveladora) me pongo enferma cuando me fijo en la manera en que algunos padres tratan a sus hijos, como si fueran adultos torpes que no cumplen con una expectativas imposibles. Exigen, exigen, pero no dan lo que esos críos piden a silenciosos gritos: compartir con ellos un momento de diversión, decir cuatro tonterías que les hagan reír y disfrutar juntos de la niñez. Eso sí, luego los llenan de juguetes...para que sigan jugando solos.
Mar, me han encantado tus reflexiones y me han hecho pensar en lo que veo cada día.
Espero que estés pasando unos días muy felices y deseo que tengas un estupendo Año Nuevo.
Un beso.

Mar dijo...

Es verdad, Mercedes, sin querer o queriendo, ponemos muy altas las expectativas sobre nuestros hijos, queremos que sean lo que no pudimos ser nosotros, los atiborramos a deberes y extraescolares y no pensamos que lo necesitan y debemos darles es cariño y atención. Pensemos que nuestro juego, nuestra diversión compartida también educa, sobre todo la emoción, los sentimientos que tanto descuidamos sobre lo material.

Besos y Felices Fiestas!!!. Te deseo los mejor para el 2013.